sábado, 12 de febrero de 2011

Papá:

Es la palabra que se traba en mis labios y mis manos
De la que tengo ansias de hablar, pero al tiempo la que hace nudos mis pensamientos y sentimientos: los lía en una maraña de sensaciones entre lo visceral, lo agridulce... la mezquindad y el respeto, la admiración y el miedo.
Quisiera decir tanto y a la vez tan poco, porque así lo veo: yuxtapuesto. A veces inocente y frágil. Otras tantas cruel y frío.
Y me duele sentirlo tan ambiguo, no poder quererlo sin hastiarme de su lenguaje omiso, rudo.
Mis manos son inútiles sobre sus hombros; transmiten la misma sequedad que él me ha enseñado. Jamás la valentía con la cual se lanzó al vacío y se hizo grande en la pobreza... fuerte y duro. Cuero duro, alma indómita. Manos callosas que aprendieron a pelear la vida sin guantes; sin temer al fracaso. Manos que no saben decir: te quiero, pero que han escrito una historia sobre sacrificios, humillaciones... anhelos.
-Cómo odiarlo, cómo amarlo-, se pregunta mi mente cavilante, si sus años no son los míos. Si nunca nos hemos visto el alma tras la armadura del orgullo.
Y lo quiero de tanto en tanto, pero insegura de si debo hacerlo. A veces me mira como un niño y hace preguntas necias para inventar un diálogo... no resulta. Lloro y maldigo por no poder romper el nudo de mis brazos y decirle: papá, lo quiero.Lo veo irse a lo lejos... desvancerse como las cosas pasajeras। Otra batalla perdida en su propio terreno que a la vez le es ajeno....







continuará

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